Acta del Cabildo de Guayaquil (28 de Marzo de 1688)

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REPRESENTACIÓN DE LOS GREMIOS DE MAESTROS, OFICIALES Y TRABAJADORES DE LA MAESTRANZA ACERCA DE LA CONVENIENCIA QUE SE TIENE DE MUDAR LA CIUDAD DE GUAYAQUIL AL PARAJE FRENTE AL PUERTO DE CAZONES.

El capitán Andrés del Valle, Maestro Mayor de las Fábricas de esta ribera, el Maestro Gonzalo Paderna, Maestro Tomás de Castro, Mestros: Juan del Valle y Antonio de Salvatierra, y Oficiales Manuel del Valle, Sebastián del Valle, Francisco de Urrutia, Francisco de Acuña, Martín, Martín de Serbantes, Martín de Quintana, Nicolás de Carranza, Sebastián Sánchez, Antonio Sánchez, Bernardo Méndez, Antonio Paderna, Sebastián de Castañeda, Andrés Escos, Nicolás de Castro, Fernando de Vanzes, Francisco Camacho, y Andrés Morán. Por Nosotros, y los demás Oficiales y Hacheros de la Maestranza de Carpinteros de Fábricas de Navíos, y asimismo, los maestros y Oficiales de Carpintería de lo Blanco: El Alférez Augustín Joseph Carrasco, Joseph de Ubilla, Ignacio de Torres, Esteban de Peñafiel, Domingo Marmolexo, Miguel Gonçales, Gaspar Baca, Joseph Franco, Juan de Palma, Diego de Zúñiga, Juan de Dios, y Joseph Cambaya. Por Nosotros y los demás Oficiales y Aserradores, de nuestra Hermandad. Asimismo los Maestros y Oficiales de Galafateria / Calafatería de esta ribera: Juan de Castañeda, Nicolás del Junco, Marcos de Velasco, Fernando de Chavarría, Juan Gómes, Tomás Péres, Juan Núñes, Diego Navarrete, Juan de Dios Plaza, Juan López, Jacinto Suárez, Carlos de Velasco, Juan García, Joseph del Peso, Juan de Aguirre, Lorenzo Velásquez, Domingo Fortuna, Baltazar de la Cruz, Francisco de Espinoza, Christóbal de la Cruz, Francisco Magallanes, Francisco Solano, Faustino de Salazar, y Tomás de Palma. Por Nosotros y los demás Oficiales de nuestra Hermandad de Calafatería. Ansí mismo los Maestros de Herrería de esta Ribera: Luis de Morillo, Sebastián de Morillo, Manuel de Morillo, Nicolás Pumarejo, Joseph Borrego, Juan de Rocha, Diego de Córdoba, Dionisio Zerrato, Gregorio Pumarejo, Adeán Serrano, Domingo Curiche, Solano Curiche, Nicolás de Castro, Solano Francisco, y Christóbal Duarte. Por Nosotros y los demás Oficiales de nuestro gremio y Hermandad de Carpintería, Calafatería y Herrería, por quienes prestamos voz y caución.

Parecemos ante vuestra merced como más nos convenga y decimos que ha llegado a nuestra noticia el bando mandado por Vuestra Merced (en lo) publicar sobre que se derriben las casas conjuntas al estero y barrio de detrás Las Peñas y las demás expresadas en dicho bando, que dicen servir de padastros para las fortificaciones que se pretenden hacer en esta Ciudad por mandado del Señor Presidente de Quito. Y, hablando con el respecto / respeto y veneración debida se ha de servir Vuestra Merced de hacer(lo) en la ejecución de derribar dichas casas en que domos / somos tan dadnificados / damnificados sin primero informar a Su Señoría de los daños y perjuicio que se nos sigue en que demolamos dichas nuestras casas y que se hagan de nuevo dentro de la circunvalación de lo que se fortificare.

Lo primero, por el grave perjuicio que se nos sigue y a nuestras familias derribándonos (las) nuestras dichas casas, especialmente cuando reconocemos la imposibilidad de volverlas a re(e)dificar dentro de muros donde, como ha reconocido Vuestra Merced y todos los vecinos, no hay solares en que poderlas hacer, ni recompensar los que tenemos, pues solo hay aquellos procedidos de la ruina y incendio de esta Ciudad, en los cuales, aunque se nos señalará sitio por vía de recompensa, (por tanto) nunca llegará el caso de que fabriquemos en ellos nosotros, ni otro ningún vecino, por ser todos estos solares pensionados e los censos que sobre ellos tienen (con) las religiones y otros particulares.

Lo otro, hablando con el respecto y veneración debida, las fortificaciones que hemos sabido, se quieren hacer en esta Ciudad robada y destruida del enemigo, son de ningún fundamento para su defensa y con ellas no se afianza, ni asegura la vecindad por la mala fundación de este paraje y los muchos padrastos y entradas que tiene el enemigo por los cerros y que no queda cerrada en ninguna manera, (porque) ni la gente junta se ofrece pelear, por las muchas partes que puede entrar, ni seguridad de que sin ser sentido lo deje de hacer por el mucho monte pegado a esta Ciudad, y muchas partes donde puede ocultarse el enemigo sin ser visto y nuestra gente sin unión, por lo apartado de los puestos en este paraje y que ni se ven los unos a los otros, ni nos podemos favorecer a tiempo, por lo cual nos vimos en tantos trabajos como hemos pasado y (lo) estamos padeciendo y por esta causa y la ninguna seguridad que todos conocemos, aunque se hagan fortificaciones, que no pueden se sin mucha costa y con muchos padrastos, en este paraje andan muchas familias de nuestro gremio desparramadas por los campos y otros se quieren ir a vivir afuera (por el desamparo del paraje), con destrimento /detrimento de nuestra maestranza, a que de debe atender como a causa principal y fundamental de esta República, por la ocurrencia de fabricadores forasteros y la cercanía de las Reales Fábricas de Su Majestad y se este puerto de mar el único y princi8pal para los comercios de mar y tierra de este Reino, como se experimenta; por lo cual y otras muchas razones que miran a la utilidad de esta Provincia y sus Habitadores y que es llave de esta de Quito, sentimos y convenimos de una conformidad en que se mude esta Ciudad como lo tenemos propuesto a Vuestra Merced (con) diversas veces al llano adelante del Puerto de Cazones, que es campaña limpia de montes y capacísima para hacer una Ciudad muy amplia y de grande población y tierra que no se aniega, como está en que estamos que es una ciénega, y tierra enferma, por no bañarle los vientos y estar ensenada y rodeada de cerros y montes altos de manglares, lo cual no tiene el otro paraje, pues a tiro de pieza de artillería con poco trabajo puede quedar la campaña por todas partes que sirven a la nueva fundación, limpia y descubierta, de forma que de invierno, ni de verano se pueda ocultar ni encubrirse el enemigo. Y al limpiar(se toda) esta campaña y trabajar en las fortificaciones que en aquel paraje hicieren, nos ofrecemos desde luego con nuestras personas, por nosotros y todos los pendientes de esta Maestranza y Hermandad, sin que sea necesario apremiamos para ello, pues, mudándose la Ciudad en la nueva fundación nos aseguraremos y nuestras familias de cualquiera invasión que intente el enemigo, y nos defenderemos unidos y avistados, aunque sea debajo de una sola trinchera, que sirva al presente de fortificación, que se puede hacer luego con mucha brevedad y a poca costa, y encerrados en ella y descubierta la campaña donde veamos venir el enemigo, le resistiremos y ofenderemos y mantendremos los puestos con el seguro de que se pueden ocultar sus a avenidas, además que se puede aislar la Ciudad de agua con mucha facilidad por ser el terruño acomodado para ello y de tierra blanda para abrir fosos sin mucha dependencia y al contrario para hacerse las fortificaciones en esta Ciudad es necesario romper muchas peñas y hacer mayores gastos y de mudarse la Ciudad y señalándosenos solares en la nueva planta, nos obligamos, desde luego, a mudar nuestras casas aprovechando algunos de los materiales, y lo mismo harán los demás vecinos y gremios de Oficios, que todos nos hallamos bien molestados de lo mucho que hemos trabajado tan sin provecho en lo que hasta ahora se ha fortificado esta Ciudad, sin que nos sirviera de defensa, y aunque más se fortifique, de que no es capaz el terruño por los padrastos y entradas muy dificultosas de cerrar, siempre quedaremos indefensos, y en este desconsuelo y procurando nuestra seguridad y de (nuestras) mujeres y hijos nos veremos precisados a desamparar este paraje y a retirarnos a los campos, y se menoscabarán las maestranzas de que se compone la mayor parte de la población de esta Ciudad . Y mudándose como conviene, y será del servicio de Dios y del Rey, nuestro Señor, y utilidad tan conocida de sus vasallos que habitamos esta provincia y la de Quito, nos ofrecemos también a asistir al trabajo de la mudada de nuestra Iglesia Mayor, que por ser nueva a poquísima costa y aprovechando sus materiales se puede trasladar al nuevo paraje; asimismo, a la fabricación del Convento de Nuestro Padre San Francisco y su advocación de Nuestra Señora de los Anjeles, patrona de nuestra Hermandad, para cuyo trabajo y asistencia por días formaremos nuestra(s) cuadrillas, y a lo mismo ayudarán con la asistencia de sus personas los Oficiales de los demás Oficios, como lo dicen deseosos todos de trabajar de una vez; y supuesto que se reconoce (con la) tanta mejoría en la mudada de la ciudad, así para la salud, defensa del enemigo y seguridad de nuestras personas y familias, como en lo que se mejora el puerto para la seguridad de las embarcaciones entrantes y salientes que vendrán a surgir debajo de la artillería y del mosquete (g)(s)uela(n) de vecinos en el trajín de la sal y otros frutos y de los astilleros, cuya ribera es más capaz y limpia para las fábricas y que no necesita de puentes, por no anegarse ni haber esteros como los tiene el paraje en que al presente está, que con las aguas vivas se inundan; y que a menos costo en la nueva fundación se puede hacer cualquier género de fortificación y en más breve tiempo y con más utilidad y permanencia que en este paraje, tan falto de vecindad, y que ésta no se ha de adelantar, antes sí ir en disminución.

A Vuestra Merced pedimos y suplicamos se sirva, atendiendo a nuestra representación, (la) de suspender el que se nos demuelan las casas por el daño que se nos sigue de perderlas, sin esperanza de recompensas, como llevamos dicho, y informe nuevamente a Su Excelencia el Señor Virrey de estos Reinos y a el Señor Presidente y demás Señores de la Real Audiencia de Quito, cuán del servicio de ambas Majestades es el que se mude esta Ciudad al paraje (de) adelante del Puerto de Casones, por la bondad del sitio, libre de padrastos y defensible a las operaciones del enemigo y que se puede fortificar a menos costo que en es esta Ciudad, donde no servirán las que se hicieran y que supuesto que no hay en ella fortificación formal de defensa, por haber(se) consumido el tiempo y los incendios las que parecían serlo; y suplique sobre que los medios que se hubiere de aplicar a este fin de fortificaciones se gasten en fortificar la nueva ciudad, en que recibiremos merced y mucho alivio con justicia (divina y fe).

Andrés del Balle, Manuel del Balle, Gonzalo Paderna, Antonio Paderna, Martín de Cervantes, Fernando de Banses, Tomás de Castro, Francisco Bruno de Urrutia, Antonio Sánchez, Andrés Fernández Casquete, Francisco de Guillermo, Juan de Salvatierra, Antonio Salvatierra, Francisco Acuña, Miguel González, Joseph de Ubilla, Juan de Pretendona (?), Pedro Franco, Pedro Baraz, Andrés Morán, Nicolás de Castro, Francisco Guillermo, Nicolás de Carranza, Manuel de Acosta, Juan de Carrión, Juan de Castañeda, Tomás Péres, Francisco Camacho, Carlos de Velásquez, Adrián Serón, Miguel Trino Barto, Diego Navarrete, Juan de Villegas, Nicolás del Junco, Baltasar de la Cruz, Christóbal Duarte, Solano Curiche, Nicolás Duarte, Fernando de Chavarría, Sebastián Novillo, Faustino, Juan de Aguirre, Domingo Orqisa, Juan Díaz Plaza, Diego Rodríguez de Córdoba, Andrés Escosos (Río), Jun Lopez Moreno, Joseph de Obregó(n), Agustín de Bera, Juan del Junco, Jacinto Suárez, Marcos García de Blasco, Juan de la Cruz, Christóbal de Santa María, Ignacio de Torres, (como testigos a) Agustín Joseph Carrasco, Francisco de Espinosa.

Por representada, y vista por Su Merced el General Don Fernando Ponze de León, Corregidor de esta Ciudad. Dijo que, atento a que no han llegado los medios y materiales que Su Señoría el Señor Presidente y Señores de la Real Audiencia de la Ciudad de San Francisco del Quito tienen destinados para las fortificaciones que se han de hacer en esta Ciudad en ejecución de su Orden, mando que por ahora y en ínterin que dicho Señor Presidente y Señores del Real Acuerdo, con vista de la representación de estas partes sobre la mudada de esta Ciudad, deliberen y manden lo que mas convenga al servicio de Su Majestad, (pueda) se suspenda la ejecución del auto por Su Merced (lo) mandado publicar sobre que se derriben las casa conjuntas al estero que llaman de San Francisco y las demás en él expresadas; y para remitir a dichos Señores e informar sobre esta razón el presente Escribano sacará testimonio de esta petición y lo a ella proveído. Proveyó así Su Merced el dicho General Don Fernando Ponce de León, Corregidor y Teniente de Capitán General, en esta Ciudad de Santiago de Guayaquil, en ella en veinte y ocho de Março de mil seiscientos y ochenta y ocho años.

Don Fernando Ponce de León. Ante mí, Phelipe Gonçales de Zandoya, Escribano de Su Majestad.

Bibliografía[editar]

  • Freile Granizo, Juan. Actas del Cabildo Colonial de Guayaquil Tomo VI: 1682 a 1689 De la Primera Época. Versión de Juan Freile Granizo, basada en la transcripción original de José Gabriel Pino Roca, revisada por Rafael Euclides Silva. Publicación del Archivo Histórico del Guayas (Santiago de Guayaquil, año 1980). Páginas: 133 a 137.