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From Meta, a Wikimedia project coordination wiki
Diana Maffia
Gracias, buen día. Ante todo le quiero agradecer a Lila Pagola la invitación, también a Paola Rafetta que no sé si llegó pero que colaboró en darme ánimo para participar de este encuentro y también quiero expresar cierto pudor por ocupar un lugar de conferencista no siendo una experta en redes de comunicación ni en Wikipedia aunque espero hacer mi aporte para subsanar las brechas de género pensando la situación desventajosa de las mujeres en relación con la ciencia y la tecnología.
En 1996, en Madrid se realizó el primer congreso Iberoamericano de Ciencia tecnología y género por iniciativa de la dra. Gloria Pérez Edeño (¿?), filósofa y epistemóloga feminista, que fue funcionaria del Gobierno de Zapatero, de pensar el modo de suturar esas brechas y fortalecer el lugar de las mujeres en ciencia y tecnología. Lamentablemente el primer ministerio que despareció con la crisis económica en España fue el de igualdad de oportunidades y el ministerio de ciencia y tecnología ya ella no es funcionaria y no se sostiene ese programa. Mi entusiasmo en 1996 con aquel congreso inaugural fue tan grande que ofrecí realizar en Buenos Aires el segundo congreso 1998, cosa que hicimos con la red argentina de género, ciencia y tecnología, red que creamos en 1994 y sigue funcionando. Desde entonces, desde el 96 cada dos años se realizan alternativamente en España y en América Latina estos encuentros. En febrero de este año fue el noveno en Andalucía. Hace mucho entonces que miles de mujeres han pasado por estos congresos de género, ciencia y tecnología reflexionando de muchas maneras sobre nuestra relación con la ciencia y la técnica. Tanto como usuarias de los resultados del avance científico y tecnológico como nuestros diversos papeles de transmisoras de saberes, productoras de conocimiento, evaluadoras, aprendices, expertas en saberes no autorizados por líneas de pensamiento dominantes, educadoras que procuran incentivar en las líneas su acercamiento a la tecnología en un mercado pensado principalmente para niños, críticas del vínculo de la ciencia con los cuerpos femeninos y de la tecnología con formas de dominio global, defensoras del mismo saber tecnológico para lucha contra esas hegemonías. Para detenerme en esto último , debería decir que el proyecto wikipedia está en perfecta sintonía con el proyecto feminista crítico: sacar el saber de los claustros, alentar una forma colectiva de producción del conocimiento, equiparar las voces dando oportunidad a todas las iniciativas, establecer formas de corrección también colectivas y no bajo la autoridad indiscutida de un experto, instalar temas nuevos, incidir en las agendas de saberes, establecer nexos entre ciencia, tecnología y sociedad, democratizar el acceso al conocimiento y permitir la apropiación pública de sus resultados. ¿Por qué entonces tan pocas mujeres intervenimos en esta comunidad de producción de saberes y sobre todo por qué no hemos agregado las feministas esta participación como parte de nuestras acciones militantes, ni siquiera quienes hace muchos años venimos reflexionando sobre estos temas? Esta pregunta me interpela en lo más personal porque nunca subí un contenido ni participé modificando un artículo en Wikipedia, siendo que escribir y criticar las formas de producción del conocimiento androcéntrico es casi mi tarea cotidiana y que muchas veces he sido usuaria de Wikipedia en mi trabajo. En la esperanza de que podamos despejar un poco el terreno para acercarnos a esta pregunta, hoy para mí fundamental y que se mueve en mi cerebro desde que Lila y Pao me la plantearon, quiero pensar un poco con ustedes en qué consiste el carácter androcéntrico del conocimiento dedicándome especialmente a reflexionar sobre dos centralidades del androcentrismo: el género y la lengua.
Aunque Wikipedia advierte que la entrada “Androcentrismo” requiere referencias que aparezcan en una publicación autorizada y nos avisa que no hay acuerdo sobre su neutralidad, hay una breve definición que nos dice, en wikipedia: “La palabra androcentrismo proviene del griego “andrós” (hombre) y define la mirada masculina en el centro del universo como medida de todas las cosas y representación global de la humanidad” y agrega “su oponente es el ginocentrismo”. Soy una de las que objetarían esta definición porque el problema del androcentrismo no es sólo el sexo que impone su punto de vista sino su carácter de muchos modos dominante y hegemónico. No cualquier varón puede ocupar ese lugar, es un lugar que han ocupado los sujetos productores de la ciencia moderna que además de varones eran blancos, europeos, ricos ilustrados, adultos, y muchas otras centralidades que les permitían erigirse en embajadores de lo humano. Su opuesto entonces no es solamente el punto de vista de las mujeres, punto de vista que también es extraordinariamente discutible, sino que deja fuera de la mirada a muchos sujetos, aunque en el caso de las mujeres nuestra propia condición de género será el pasaporte a la periferia. Porque el que el sujeto androcéntrico sea el embajador de lo humano lo opone al resto de los sujetos, mujeres y varones subalternos, en un periferia y en una serie de lugares desventajados para que nuestra producción de conocimiento sea confiable, ya que la aduana de la confiabilidad, la que ppermite ingresar los conocimientos a la espera de los saberes y no de las meras opiniones o creencias vulgares, la tienen esos mismos sujetos hegemónicos. Ser mujer nos ha dejado históricamente fuera del lugar de producción del conocimiento científico. Las razones para este desplazamiento las proporcionó la misma ciencia que durante su historia alegó que teníamos un útero migratorio, esto decían los egipcios, que éramos frías, esponjosas y húmedas, en lugar de cálidas, densas y secas como loso varones, esto decían los griegos antiguos, que nuestros cráneos eran más pequeños y nuestros cerebros más livianos, decían los europeos modernos, que habíamos quedado a mitad de camino en la evolución entre el mono y el hombre, decían los evolucionistas del siglo xix y xx, o, ya más actual, que tenemos incapacidades innatas, genéticas, para la producción de la ciencia. Esto dijo el ex rector de la universidad de Harvard.
Los argumentos variaron pero el resultado es siempre el mismo: nos faltan condiciones a las mujeres, condiciones de objetividad, de racionalidad, abstracción y neutralidad, para ser sujetos confiables de conocimiento, condiciones que sí tienen los varones, cosa perfectamente probada y fundamentada por la ciencia elaborada por varones, que sí construyen conocimiento confiable porque son el sujeto productor de saber objetivo, racional, universal, abstracto y neutro. ¿Neutro? Desde la epistemoolgía feminista se han discutido estos supuestos, se han mostrado los rasgos, los sesgos sexistas y androcéntricos en esta hegemonía de la ciencia, se han difundido las condiciones de producción del conocimiento como condiciones permeables a los dispositivos sociales y de poder, se han hecho visibles los logros de las mujeres en la ciencia, pero sobre todo se han discutido los resultados y se han ofrecido alternativas a las teorías y a los mecanismos de evaluación de los saberes. La política feminista de la ciencia y la tecnología es una política de afirmación epistémica, es decir no sólo queremos mostrar que las mujeres podemos integrarnos al dominio de saberes que antes nos estaban vedados, sino que nos interesa ofrecer versiones personales y colectivas que iluminan todo aquello que fue ignorado o desvalorizado, incluir voces que terminen con el letargo del canto gregoriano y confíen en el despliegue de las polifonías. La política feminista es muy wiki. Pero si vamos a pensar desde el feminismo el tema que nos ocupa, la ciencia y la tecnología desde una perspectiva de género, y lo vamos a hacer desde la región latinoamericana son muchas las barreras que como mujeres nos esperan a la hora de una genuina democratización del conocimiento. No sólo el género nos ubica en los márgenes de las corrientes dominantes del conocimiento y no todas las mujeres estaremos apartadas de la misma manera del centro. Las mujeres latinoamericanas deberemos agregar como márgenes la desigualdad económica, la periferia geopolítica y también la lengua porque en la comunicación de la ciencia y de la técnica, y las redes no son la excepción, el español es igualmente periférico con respecto al inglés. La difusión de las lenguas en la red todavía es mayoritariamente en inglés y si bien el español está creciendo aún su porcentaje es mínimo. Según Martín Mayorga, resulta evidente el desequilibrio entre la producción escrita y el peso demográfico del español si bien parece que los porcentajes están experimentando un alza en los últimos años. Para tratar de enmendar la situación, los hispanohablantes tienen la basa de además de incrementar la publicación de páginas en la red, aprovechar las ventajas y la necesidad de fomento de producción que requiere una lengua en expansión. Se debe por lo tanto hacer un esfuerzo sustancial por desarrollar las aplicaciones de la informática a la lingüística, por promover el acceso a la versatilidad, el almacenamiento y la difusión de sus productos, entre los que el autor menciona los correctores ortográficos y de estilo, los reproductores automáticos, la creación de corpus y los analizadores textuales. Parece entonces que si de feminismo latinoamericano se trata nuestro compromiso con intervenir en la producción de contenidos como los que ofrece Wikipedia en español es doblemente recomendable, estaba por decir “obligada”, pero “obligada” no es un término wiki. Es que con casi 450 millones de hablantes el español es la segunda comunidad de lengua a nivel mundial y sigue en crecimiento. El crecimiento lo aportamos sobre todo desde nuestro continente, desde América Latina, porque solo el10% de quienes hablan y solo el 20% de quienes usan las redes sociales en español viven es España. La enorme mayoría de estos hablantes están en estos países, estamos en estos países. Así la experiencia hispanohablante de estar en la periferia de la ciencia también es idiomática. Por muchas razones que hacen a la extensión del capitalismo el inglés ha pasado de ser la lengua franca del comercio a ser también la de la cultura, la ciencia y la tecnología. Y no porque en España o en América Latina no se haga ciencia sino porque se necesita una verdadera política de la lengua para elucidar su valor. Porque ¿cuál es el valor del patrimonio científico y tecnológico producido en lengua española? ¿Quién lo mide y cómo se mide? Esa es una asignatura pendiente. Porque los propios hispanohablantes publican sus trabajos en revistas en inglés y no construyen sus propios sistemas de medición sino que aceptan los anglosajones. El argumento de que esas son las mejores publicaciones refuerza su centralidad y refuerza la enajenación. Aunque el español es una de las lenguas de Naciones Unidas y UNESCO, muchas veces se suprime la traducción al español en congresos y conferencias. Se descuenta que los hispanohablantes y las hispanohablantes de cierto nivel académico manejarán también el inglés. Profecía autocumplida: se produce una selección donde para integrarse a la comunidad disciplinar es imprescindible manejarlo. Ese esfuerzo extra por sobre quienes tienen como lengua materna la lengua inglesa se les exige justamente a los más débiles, profundizando así la brecha de injusticia de injusticia que domina el continente latinoamericano. De este modo se consolida la idea de que este es el idioma del diálogo académico y quien no maneja la lengua inglesa tiene una deficiencia, personal y no política, que obstruye sus capacidades específicas en la materia a la que se dedica. Y esa deficiencia no es recíproca cuando el angloparlante no habla español, lo que prueba la jerarquía que existe entre las lenguas. Cuando se enseñan ciencias en nuestras comunidades, enseñanza que transcurre en el español, se difunden herramientas léxicas, científicas y tecnológicas sobre los términos correctos en lengua inglesa. Porque no se hace el esfuerzo de generar estas herramientas en lengua española y reponer fuertemente su uso. Así, los estudiantes y las estudiantes no son verdaderamente bilingües, son socializadas científicamente en inglés y realizan otro tipo de intercambios, más personales y domésticos, en español, lo cual desconecta ambos mundos y hace más difícil la creatividad y la transferencia de conocimiento. Cobran entonces significado algunas preguntas: ¿cuál es nuestra comunidad epistémica? ¿con quiénes queremos comunicarnos? ¿Por quiénes esperamos ser leídas? ¿Por quiénes esperamos ser reconocidas? ¿cuáles son las realidades en las que esperamos incidir con nuestras investigaciones y en qué lenguas nos conectamos con ellas? No sólo el español es importante para la ciencia y la tecnología sino que la ciencia y la tecnología por su impacto social, el desarrollo y el progreso cultural que representan, y la difusión mediática de sus hallazgos, se muestran como las claves para encabezar y comentar la difusión internacional de los lenguajes profesionales y de la investigación en lengua española. El percibir la propia identidad como jerárquicamente inferior, y esto vale tanto para la identidad de género como para la identidad lingüística, promueve una integración enajenante como aspiración que rompe los lazos de pertenencia a una comunidad. La necesidad de aceptación opera como un olvido defensivo, una amnesia de las propias raíces y esta amnesia es una pérdida no sólo para el sujeto sino también para la lengua, para las mujeres y para la ciencia. A fines de los ’90 se reflexionaba, nadie ignora que los avances actuales en el campo de la investigación científica y los desarrollos tecnológicos ligados a los sectores más dinámicos de la economía tienen en el inglés su lengua vehicular, verdadera lingua franca de fin de este milenio, su imperio, por el momento avasallante, deriva de problemáticas conocidas para los sociolingüistas. El grado de vitalidad, cohesión, expansión, difusión, y penetración de una lengua dependen del prestigio que para propios y ajenos tenga la lengua, la cultura de la cual es portadora. Es que el problema es también geopolítico porque no solo hay una prioridad del inglés sino de los Estados Unidos por sobre todos los otros países de habla inglesa. El impacto bibliométrico de los Estados Unidos es mayor que el de toda Europa. Si hay un científico hispanohablante por cada diez anglohablantes, tenemos dos posibilidades: sucumbir ante el inglés o realizar acciones afirmativas hacia el español como fomentar vocaciones científicas entre los y las jóvenes y formar comunidades hispanoamericanas en ciencia y tecnología. Esta última postura fortalece culturalmente pero incluso económicamente a las comunidades latinoamericanas que tienen el español como lengua.
Un proyecto que fortaleciera la presencia de mujeres desde una visión feminista en wikipedia en español, democratizaría así doblemente la circulación de conocimiento. El inglés pesa no solo en la ciencia y en la tecnología como producto sino también como proceso. La comunicación misma dentro de la comunidad se va haciendo monolingüe. Esta uniformación del lenguaje produce también una uniformación de las formas de vida que le dan origen. Mejor dicho: ignora la diversidad de formas de vida y presupone un sujeto y un conjunto de reglas y valores uniforme que mucho tiene que ver con el mercado y su vocación hegemonizante. Si pretendemos democratizar el acceso al conocimiento en nuestras sociedades debemos permitir que la población participe de la difusión acerca de los valores y prioridades del trabajo científico. Para eso es imprescindible la difusión y la transmisión, pero ¿en qué lengua se hará la comunicación científica? Para que esa democratización sea eficaz, debe hacerse en la lengua compartida por la comunidad y, en la nuestra, eso significa el español. No se trata sólo de la comunicación dentro de la comunidad científico-tecnológica donde el inglés se ha impuesto, sino de la comunicación entre la comunidad científico tecnológica y la comunidad. Y esa comunicación, para ser virtuosa, debe tener la forma de una diálogo, lo cual implica también una instancia donde la comunidad científica escucha a la sociedad. ¿en qué lengua escuchará la comunidad científica a la sociedad de hispanohablantes? No nos alcanza la traducción de contenidos de la ciencia. Los estudio sociales de ciencia y tecnología señalan que las últimas dos décadas, en consonancia con procesos de democratización del conocimiento, la comunicación de la ciencia y la tecnología ha transitado, desee posturas que privilegian la transmisión unidireccional de conocimientos científicos a un público que se presupone desconocedor de la ciencia, a posturas que privilegian procesos participativos y de doble vía en la relación entre ciencia y sociedad, donde se reconocen otros saberes, de maneras no exclusivamente jerárquicas, y donde más que transmitir contenidos científicos y tecnológicos, se intenta promover un diálogo entre científicos y sociedad sobre temas que involucran puntos de vista diversos y en tensión. La invitación de discutir hoy la relación entre el proyecto wikipedia y las brechas de género se encuentra en esta línea de relación entre quienes dominan la tecnología y quienes como usuarias, espectadoras, o aspirantes, puede explicitar sus propias experiencias y perspectivas sobre estas brechas. Cito el punto de vista de un ingeniero en un congreso: “el desarrollo de la innovación tecnológica y la complejidad de sus consecuencias sociales, económicas, ambientales, políticas y éticas han confirmado una nueva situación de la ciencia y la tecnología en la sociedad. Nuevos actores sociales y la opinión pública en su conjunto se involucran en forma creciente en la toma de decisiones referida a la dirección del avance y el impacto del conocimiento. Esto modela un concepto de sociedad del riesgo en el cual las consecuencias secundarias del conocimiento y la tecnología son legítimamente puestas bajo escrutinio de la sociedad. El mayor grado de conflictividad social de la ciencia y la tecnología incrementó el interés público en el papel del estado como regulador de los procesos de producción y apropiación de resultados tecnológicos, estimulando la difusión pública sobre estos temas y activando procesos que pueden influir favorable o desfavorablemente en las políticas públicas en la materia”.
En un artículo reciente, una investigadora sistematiza los modelos diferenciales de comunicación de la ciencia y la tecnología a los que llama, siguiendo la propuesta de John Durans (¿) en Modelos de comprensión pública de la ciencia, la ingeniería y la tecnología, el modelo del déficit y el modelo democrático. Obviamente en una concepción progresista de relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, es deseable que el modelo democrático se extienda, pero creo que ambos modos de comunicación son relevantes.. una comunicación de la ciencia hacia la sociedad dando a conocer sus objetivos, métodos, valores y logros y un espacio de diálogo entre sociedad y ciencia donde la comunidad científica y sobre todo las estructuras políticas sean receptivas a culturas y saberes circulantes en la sociedad. El modelo del déficit, entones, a diferencia del modelo democrático privilegia a los científicos y enfatiza una línea de comunicación a una vía desde los expertos hacia un público lego, mientras el modelo democrático busca establecer una relación de igualdad entre científicos y no científicos y enfatiza el diálogo entre expertos y un público lego como condición previa para la satisfactoria resolución de los desacuerdos. El modelo del déficit privilegia el científico por sobre otras formas de experticia, el modelo democrático reconoce la existencia de múltiples y ocasionalmente conflictivas formas de experticia y busca abordarlas todas a través de debates públicos, abiertos y constructivos. El modelo del déficit privilegia el conocimiento formal como la llave de la relación entre ciencia y público; el modelo democrático considera un amplio rango de factores incluidos conocimientos, valores, intereses y relaciones de poder y confianza. El modelo del déficit no sólo considera la ciencia como superior y excluyente de otros saberes sobre el mundo sino que lleva implícito un modelo de desarrollo lineal que avanza desde la tradición a la modernidad o que se representa como un ascenso en que a medida que se accede a la ciencia y la tecnología se van subiendo lo peldaños de una escalera. Las mujeres pocas veces estamos en esta cima, que se masculiniza a medida que más se asciende. El modelo democrático en cambio es multicéntrico y supone líneas de tensión que requieren el diálogo, además de presuponer que los propios miembros de la comunidad científica participan también de otras comunidades epistémicos y que pueden operar entre ellas un efecto de traducción. El modelo democrático es wiki.
Las mujeres somos tan numerosas como los varones en la sociedad pero nuestras voces no siempre pesan lo mismo en el diálogo democrático porque para eso debemos tener el mismo acceso a la xxxción (¿alfabetización?) científico tecnológica y además debemos tener una afirmación epistémico sobre nuestras percepciones y experiencias. Y esas son políticas de género que los estados todavía apenas asumen como procesos de democratización. Volviendo entonces a la cuestión de género en relación a la lengua en ciencia y tecnología, las mujeres latinoamericanas somos de muchos modos periféricas. El inglés es la lengua que garantiza nuestra integración a las comunidades epistémicos reconocidas, pero accedemos a ellas en menor medida que los varones. Por quedar a nuestro cargo las tareas de socialización y cuidado, la lengua materna siempre tendrá un peso especial en nuestras vidas, aunque profesionalmente nos adaptemos a la lengua de la comunidad científica, de modo que nuestras experiencias cotidianas sufren un divorcio o una enajenación que afecta a la creatividad y la autoridad sobre la transferencia de nuestros saberes. Dado que las mujeres muchas veces optamos por las funciones de comunicación y enseñanza en la ciencia y la tecnología, nuevamente estaremos en tensión entre la lengua española, en la cual enseñamos como docentes, y discutimos como periodistas científicas, y la lengua inglesa, en la cual se publican los resultados de la ciencia. Estos temas son objeto de debate como mencioné entre los encuentros sobre género, ciencia y tecnología y hemos ido produciendo una serie de recomendaciones para subsanar los muchos modos de segregación de las mujeres en proyectos que se presuponen universales y humanos. Wikipedia propuso en 2008 un wikiproyecto sobre ciencia tecnología y género en el que esperaba encontrar estas voces que nos hemos venido reuniendo en uno y otro lado del atlántico pero yo encontré una pequeña comunidad entre 2008 y mayo de este año llegó a 24 personas. Aunque es difícil saberlo por los nombres, parece bastante equitativo entre varones y mujeres. Los intercambios se han dado al inicio y han sido sobre todo en cuestiones formales. ¿ por qué no estamos interactuando en la wiki las personas que somos capaces de viajar 10 mil kms para dialogar sobre estos temas? Hay algo que pensar que tiene que ver con las fronteras de acceso a la tecnología, aun la tecnología amigable y aun para las personas que nos podríamos servir de ellas para nuestros intereses personales y políticos. Recientemente conversando con Paola Rafetta sobre estas fronteras, estos umbrales que separan a quienes pertenecen y a quienes no pertenecen aunque la wikipedia se basa en la idea tan atractiva de que todos y todas pertenecemos o podemos pertenecer a esta comunidad pensamos en acciones específicas para animar a cruzar el umbral. Creo que hay que generar el acompañamiento de un grupo feminista porque no alcanza que sea un grupo de mujeres que se comprometa a intervenir no solo en la producción de contenido sino en la modificación y en la participación en wikiproyectos. Lo que hacemos en la vía, hacerlo también en las redes. No se trata solo de facilitar la herramienta técnica se requiere fortalecer la autoridad epistémico del grupo. El éxito y la continuidad que tiene en nuestro país la red rima de información entre mujeres sugiere que podríamos dar un paso más pero que ese paso deberíamos darlo juntas para animar una acción colectiva con sentido feminista. Y aquí vuelvo a reclamar una visión compleja de América Latina porque los sentidos críticos sobre el poder que implica la hegemonía del conocimiento de la ciencia y la tecnología, nos obligan a una pregunta sobre el sujeto que el feminismo hace desde la superposición de nuestros márgenes. Así, desde múltiples periferias que habitamos, nos preguntamos: ¿quién produce conocimiento? ¿financiado por quién? ¿para beneficio de quién? ¿desde la perspectiva de quién? ¿en la lengua de quién? No sólo en términos de sexo, sino también de clase, de etnia, de color, de identidad. Gracias.